Como muchas otras cosas ridículas que acaban dando miedo, esto también pasa en otras partes del mundo, menos importantes que Reinosa. Véase por ejemplo Estados Unidos, y la campaña que se inició contra Barak Obama, poniendo en cuestión su lugar de nacimiento, en un intento de inhabilitarle para gobernar el país. Campaña a la que se sumó Donal Trump, un personaje en plena transición de lo ridículo a lo aterrador.
El viernes, en el inicio de las fiestas de San Mateo, el alcalde de Reinosa habló (nuevamente) a los reinosanos, a los de verdad, a los de nacimiento, a los de toda la vida. Apeló a las costumbres, las tradiciones y los valores. Porque como bien sabemos, estos son conceptos intrínsecamente "buenos".
No dijo nada de la ciudad abierta que es, donde reinosanos y gente de aquí y allá, consume, trabaja, para, veranea, disfruta, comparte, negocia, emprende, desarrolla, intercambia, construye. Una ciudad, por otra parte, necesitada de sumar e integrar, en alarmante declive poblacional que cada día hace más difícil sostener los servicios comunes.
A todo esto, las reinosanas, que también las hay, parece que sólo quedan para vestir de novias, procesionar del brazo de los concejales y embellecer las fiestas en sus actos más oficiales, en una de esas tradiciones, la de la reina y damas, cargada de valores y abolengo.
¡Felices fiestas mateas a toda la gente que disfrutamos de Reinosa, a quienes la añoran en la distancia y a quienes están por venir!
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